domingo, diciembre 24, 2006

Liza escribe: Poesía en movimiento

Simona se sentaba frente al mar que pasaban en Discovery Channel, pero aún así la inspiración no llegaba. Ya toda su familia y amigos cercanos habían intentado todo, pero nada salía de ella. Muchos comentaban que se había secado por dentro, que el mecanismo de la vida la había cuadriculado.

Una vez que terminó de visitar los lugares hermosos, de ver las pinturas que siempre la había hecho escribir dos o tres poemas en una sola tajada, de escuchar conversaciones en tertulias, una vez que agotó todos los recursos, escuchó dentro de sí una voz antigua, de un viejo capuchino que sonreía en las manos de Oscar Wilde… "el fútbol es poesía en movimiento" decía aquella extraña y lejana voz.

Sin más nada que hacer, sin una salida más que tomar, se obligó a ella misma a ver media hora de fútbol en la televisión. Más aún no se entusiasmaba, por lo que decidió ir a un campo y vivir la pasión por la que muchos morían y algunos otros locos, simplemente vivían. Con sombrilla en una mano, y una libreta en la otra fue a ver el partido como última esperanza.

En las graderías verdes del pequeño universo, se sentó a admirar el panorama de 22 hombres haciendo movimientos extraños para calentarse por dentro, y ya tenía qué escribir… Pero se abstuvo al ver a un hombre que ya no tenía por qué recordar, con uno que había cruzado palabras en una de esas noches en busca de la inspiración divina, ese que elogiaba el ska pero se regocijaba con el reggae. Le sonrió aunque él no la viera, y observó con deleite aquella cabellera de rizos definidos y pueriles. Le miró con más ahínco y descubrió pasión en sus movimientos, energía en sus saltos, fuego en su mirada esquiva y sencillez en su altivez. Simona quería correr, más la sostuvo en su lugar el orden que no sabía por qué llevaba, pero su corazón haló a su alma para tomarle de la mano y correr con él por las canchas de manchas blancas aunque su cuerpo permaneciera inmóvil. Por primera vez en mucho tiempo, deseó tener en su boca, en sus manos, las palabras, los versos que le merecieran una descripción; las ideas que expresaran el sentimiento que le salía del pecho. Era lo que esperaba, Simona tendría que esforzarse por transformar ese suspiro de la vida en algo un poco más tangible, más entendible, quería compartirlo con el mundo.

El partido transcurría con pitos, gritos, aplausos, abucheos, sudor, un poco de sangre y colores por doquier. Un gris rodando de lado a lado y que descansaba en un momento glorioso en el aire. La cabeza a la que pertenecen los rulos gloriosos impacta el balón y pone en problemas a la red para sostener sus giros. Un paso de ska que humilla el prado, y un beso que vuela en el aire hasta descansar suave en los labios de Simona que emocionada quiere hacer el canje y de pie, en el más alto de los escalones libres grita a todo pulmón: “Quiero ser quién te lleve un gansito todos los días de los meses, todos los meses de la vida… Quiero ser con quien bailes ska el tiempo que queda hasta que termine en Reggae, escuchar Esa canción de tu boca, recitar de la mía versos tristes que nos hagan sonreír, quiero recorrer ese camino contigo”.

lunes, diciembre 04, 2006