miércoles, mayo 31, 2006

Liza escribe: Democracia

Atendiendo los pedidos de muchos ardidos, como yo, por el cuento de las elecciones pasadas, me pongo a escribir unas letras arriesgando mi integridad personal a causa de la ideas locas que suelo tener casi todo el tiempo, la inconformidad que embriaga mis venas noche y día... Con lo que sea, eso me me mantiene viva. Un día antes de las elecciones todavía tenía la esperanza de que bicho de la responsabilidad le picara a la gente,y que si seguían apoyando a sus candidatos, sean quienes fueran, lo hicieran por una razón lógica y sentada. Que se dieran cuenta que la votaciones no son una vaina de tacharle la cara a un man, sino que tiene que ver con la vida de todo un país, con los niños que están aprendiendo lo que no deben-en el buen caso de que esten aprendiendo algo-, que tiene que ver con la comidita de ellos mismo pa'l otro día, con los manes que están tirados en el piso esperando que les caiga comida del cielo o que las costillitas de su hijo dejen de agitarse con tanta rapidez sin dejar de detenerse del todo. Hombre! sufrimos y no todos de igual forma no con la misma intensidad ni en la misma situación, pero estamos cobijados bajo un mismo manto de patria. Estoy indignada con el país por no haber leído, por no haber escuchado, por no haberse interesado. No me enojo por que hayan votado por x o y persona, me enojo porque NO SABEN POR QUIÉN VOTARON, porque no se fijaron qué pensaban o cómo iban a desarrollar lo que dicen que proyectan, cada cual puede pensar lo que se le antoje si sabe por qué se le antoja... en fin... mejor me callo y sigo de corderito, porque al paso que vamos va a ser menos arriesgado pintarle cachos a Fidel en un rincón cubano.

domingo, mayo 14, 2006

Liza escribe: Para todos ustedes, la madre... jejeje

Odio este cuento de las fechas comerciales, pero si hay que afrontar que nos obligan a recordar cosas, a enterarnos de cosas, y a veces hasta lo agradezco.
Me disculparán el sentimentalismo, la cursilería, pero voy a aprovechar el medio para expresar un par de cosas que no soy capaz de expresar verbalmente... Los que me conocen asentirán.
He visto muchas cosas en mi vida, pero lo que más me ha impresionado es ver a una mujer, que desde sus más tiernos años de juventud, esos años en los que uno está pensando en la rumba del sábado o en la salida trivia, andaba pensando en qué hacer para sostener en un mundo difícil a dos peladas; una medio traviesa, la otra medio autista. Fue capaz de trabajar de sol a sol, aguantar injusticias, apretones, insultos y mala vida, por hacerlas felices. Almorzó a las 10 de la mañana por muchos años, y llenó sus zapatos de barro por una causa que agradezco... porque yo soy la mitad de ella.
Hubo lágrimas muchas veces en sus ojos, pero la resolución firme y el corazón abierto hasta el desangre las ignoraban. En su alma se iban acumulando cargas como dinamita, que no explotaron sino que se convirtieron en flóres. Se esforzó, y fue valiente, cerró los ojos a lo malo y solo vio lo bueno, lloró por mi en un hospital cuando creyó que morí, decoró mi cuarto con besos de porcelana, adornó mi sueño con tortugas y caballos, me llevó a pasear en un escarabajo que aún vive en mi cabeza, me protegió de todo, me enseñó con paciencia y amor, me llevó de la mano por lo malo y me puso adelante en lo bueno... Y para colmo, todavía lo sigue haciendo.
Me hizo lo que soy, o la parte buena de mi se la debo a ella, mis ganas de progresar están en ella... y todo eso se lo agradezco, y como borracho melancólico, le pido perdón por mis conocidas y mundiales embarradas.
TE AMO MAMÁ

miércoles, mayo 10, 2006

Liza Escribe: Historias de bus

Después de un abrumador y monótono día de trabajo, el hombre se subió al mismo azul y desocupado bus, el de siempre. Se subió a tiempo para que no le cogiera el aguacero que desataba el largo y poco prudente invierno en su país de siempre, en su ciudad de a veces. Mirando por la ventana pensaba si mejor hubiera sido mojarse, sentir la lluvia cayendo en su impermeable cabeza lateralmente blanca - no por la aventuras sino por el tiempo -. Tal vez hubiera sido mejor mojarse, sentir la lluvia rodando por su rostro como el rocío celestial que es, sentir la ropa ajustándose a su cuerpo, sentir el frío del particular anochecer, sentir algo, en tanto tiempo falta le hacía. Ahora estaba como cada tarde, observando en el trancón la iglesia de la 11 mojarse, y su campana oxidada del olvido. Estaba ahí, mirando, sentado en la silla del bus azul junto a una ventana, como siempre, esperando que en menos de dos cuadras se subirían los 'pelados' de la universidad esa, y con sus cometarios triviales lo llevaran como en una nube de tonterías hasta su hogar y le hicieran olvidar las pendejadas de vivir. Quién se sentaría a su lado en esa ocasión? Pero esperen un segundo, el bus se detuvo inusualmente antes de llegar al territorio universitario, se ha subido una mujer pequeña y graciosa, despampanante solo para él, con un traje que parecía ser un conjunto elegante, pero al observarlo mejor se notaba que era uno muy común que buscaba tener el efecto que en esa ocasión tuvo en él. En un segundo se había descubierto, no era ejecutiva, ni de las bajas, no tenía la edad y aunque lo tratara de aparentar no tenía la presencia. Tal vez secretaria, tal vez solo de medio tiempo, de las que llegan a su casa a recordar que también están en una universidad. Era hermosa, la más hermosa -solo para él-, curiosa, delicada, sus movimientos eran leves y dulces, tiernos. Él la contemplaba sin disimular, pues a ella no parecía importarle, o al menos importunarle. De vez en cuando dejaba de ver la mujer para mirar por la ventana, con el dedo índice largo y algo reseco limpiaba la empañada noche de luces de comercio, las gotas caían en forma de gotas al suelo, y terminaban en un charco en forma de circulitos perfectos, concéntricos, perfectos. Ahora ella le lanza miradas más por lástima que por algo más, pero el no se fija porque tiene su vista concentrada en otro lugar. Pobre hombre, con su aspecto agobiado y su imposibilidad de quedarse quieto mientras el viaje transcurre... Pobre hombre, sin problemas, le agobia el no tener en qué pensar. Lentamente la mujer hizo una maniobra para arreglarse el pelo, pero fue tan lento, tan despacio que todo parecía truco de un cinematógrafo juguetón. Y a esa velocidad risible, se quitó la moña del pelo y se la puso en la muñeca derecha y con un ademán de experta en la materia, tomo el pelo a modo de tornillo y deslizó la moña hasta el principio de su pelo haciendo que las puntas se ondearan de lado a lado y uno de sus rizos le rozara la barbilla mal afeitada... y recordó, pensó en aquella mujer de su juventud, esa que se había llevado todo, que era tan bella como la que estaba a su lado, la que sí le rozaba con sus hermosas y níveas manos, la que acariciándole le hacía sentir que nada tenía sentido después de ella, y nada lo tuvo. Pero podría volver a tenerlo... solo si ella no fuera tan joven. ¡El muchacho de las pizzas!, ese mismo que estaba en la esquina de las fotos así lloviera o hiciera sol, ¡carajo!, ya se tenía que bajar.