viernes, marzo 26, 2010

Angela escribe: No podría ser de otra forma

Lo que me empuja a escribir hoy y no otro día, tiene de una fuerza emotiva que no se demandó ni siquiera aquel día feliz en el que quienes aquí escribimos abandonamos el estado de eternas estudiantes. Uno piensa que las metas que más se persiguen son las que mejor se celebran y eso en realidad; no sucede.
Resulta que el viernes ocurrió el matrimonio de Liza y Andrés. Después de llevar un noviazgo feliz en remota percepción, se llegó el día cumbre en que decidieron avanzar el pasito que le da inicio a una vida en común. Reunieron en un mismo sitio sus ganas y anhelos, sobre un terreno firme que existe si tiempo atrás existieron millones de buenas cosas más.
Nunca la vi tan feliz, ni pensé que pudiera sonreír así. Es más, nunca pensé que pudiera verse hermosa en un vestido enorme! Pero pasó, me atrevo a decir que todos los asistentes estábamos perplejos -¿acaso asustados?- con tanto amor y belleza en el aire.
He asistido a suficientes matrimonios y es costumbre irme sin despedir, afuera en el taxi concluí que la honestidad en los sentimientos se puede percibir pura y sin diluir a fuerza de demostraciones abiertas/generosas y que a mi compañera de blog no le faltarán los niños que corran a sus brazos, ni ese continuo crecimiento de la mano del amor de su vida.
El reto de aquí en adelante consistirá en solventar lo desconocido, lo terrible y difícil que anuncian las voces de gente con menos suerte, aquellos que no completaron las garantías que sólo el mejor de los comienzos (el de ustedes dos, por si lo dudan) puede ofrecer.