martes, noviembre 25, 2008

Liza escribe: Más de una flor (Antes de leer este, leáse dehojando margaritas)

Gabo puso su flor en el más hermoso de los floreros, le puso agua, azucar y todo cuanto decían en las revistas de floristería. Uno que otro día le llevaba colorantes para que se pusiera de otro color y se sintiera feliz. La margarita disfrutaba de las atenciones y era feliz, pero la naturaleza de flor es mucho más fugaz y menos duradera que la de una estrella, el oxigeno empezaba a faltar y poco a poco se marchitaba por lo que el pequeño no tuvo otra alternativa que construir a rapidez la más dolorosa y larga de todas las escaleras, para subir la margarita al cielo donde ella pertenecía.
Gabo nunca supo si la margarita se había marchitado por el pétalo que él arrancó, o si debió depositar la estrella sobre un gato para que sobreviviera y había errado en su deseo, pero lo que si debe saber es que la estrella le va a alumbrar desde lejos, y que una luna y un millón de flores más tocan a su puerta, porque vivir en el espacio después de todo, no es tan bueno para un niño como él.

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