martes, enero 24, 2006

Liza escribe: de la creatividad

En el Museo Nacional, andan mostrando al mundo todo lo que la costa hizo, desde el vallenato más conocido hasta el traje que Gabo usó en el premio Nobel de literatura. La costa, tierra hermosa, calor divino, y la brisa... A ver a quién no le gusta el cuento. La verdad, la mayoría de las veces en que uno va, se queda en el hotelito con snacks y buffet, con barra libre (para los que les interesa), paseo a los lugares turísticos, y de vez en cuando una paradita para comprar pendejadas en una tienda que aprovecha el sitio para cobrarles mucho a los extranjeros - que a ver si vienen algún día con alguien que les indique dónde queda San andresito y cómo carajos le hacen para negociar como paisas - pero bueno, a lo que voy es que falta una vuelta más cuando se visita la costa. La vuelta que falta es la vuelta por los sitios que sí son Cartagena, de Santa Marta y similares, de donde vienen los que gritan "el mango, el mango", los que venden raspados hechos con quién sabe que tipo de hielo (la última vez me enfermé), y las mujeres que insisten TANTO por hacer un masaje o la conocida "trencita" que estuve a punto de llegar a bogotá llena de Chaquiras, no de Shakiras, porque como que allá ni la nombran ya. En fin, me bastó en estos días sentarme a hablar con Don Manuel José, que quede el DON bien grande, que a sus 75 años todavía trabaja para comprarle las medicinas a su hija deprimida, y se corta cada rato pelando los mangos, y untada su cajita de sangre. Sonríe con sus 7 escasos dientes en toda la boca y no recibe propina, toca rogarle... O doña Emma que camina a las 5 de la mañana para llegar rápido al hotel a hacer lo que los huéspedes no hacen, limpiar la habitaciones. Mira pues que los costeños no son tan perezosos, o al menos, no todos. Y mira que la costa no es tan hermosa, es como la fruta hermosa por fuera y podrida por dentro. Sigue siendo mejor dejar a los niños sucios en la calle, jugando futbol con una pelota hecha de medias rotas, a veces sin siquiera ropa (por el calor, claro), con cuerpos casi que africanos, sin estudios... Todo esto para tener con qué pelear una guerra que no lleva a la paz, para entrenar gente que no hace nada, y OBVIAMENTE, para que la gente tenga más creatividad, porque cuando la pobreza acosa, la originalidad surge... Si no me creen, vayana al Museo Nacional, o busquen en GOOGLE "artista costa colombiana", y verán la mano de gente que aparece, en especial los venidos de Barranquilla.

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