lunes, mayo 16, 2011

No los tienes hasta que los cumples

A partir de hoy oficialmente tengo un padre octogenario. Motivo suficiente para escribirle unas líneas como un afortunado homenaje en vida.
Sus historias de vida siempre han permeado la mía, él me ha dado las lecciones más duras de aprender y, aunque me lleve tiempo; su contundencia no me ha dejado otra salida que aceptarlas. Si se me permite resumir, ha tenido una existencia colorida y vehemente, movida siempre por ese espíritu implacable que nunca deja de sorprendernos.
Deberá alegrarle verse muy lejos de ser ese anciano sumiso que ya son muchos a esta edad. Deberá saber que por constituirse en un reto para mí es el dueño del afecto más sincero e inquebrantable que puedo profesar.
Deseo que hoy sienta la plena satisfacción de tantos años vividos y más que nada se llene de alegría por llegar a una edad que siempre amenazó con no alcanzar.
Que sean muchos más para quererlo compasivamente como seguro se lo merece.

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