lunes, febrero 28, 2011

¡Yo también me consterno!

Mientras las redes sociales rebosan mensajes de odio hacia el tipo que pateó la lechuza yo intento quedarme callada para entender cómo el común de las personas obedecen a la primera reacción que produce el video del animal que está y luego ya no está. Luego se quedan con esta sensación y la atesoran sin darle dos minutos de reflexión diferente a "ojalá lo encarcelen". No se trata de estar en contracorriente con el rechazo social de la noticia del día, es que no es sano que se pierdan las proporciones con las noticias más sonadas y sentirse más bueno por lo mucho que se ama y respeta a cada lechuza que surca cielos Barranquilleros por que "yo jamás haría algo así". Seguramente muchos de quienes calificaron al tipo de ‘hijueputa’ almorzaron hoy una pierna de pollo. Si, la extremidad o cualquier otra parte de un ave como lo es la lechuza esta: a cada cosa su justa proporción, insisto. La transmisión en directo de un alguien pateando a un ave viva, es menos común que la imagen de otra ave, ya muerta, sin plumas y sin cabeza, cuyo cuerpo ha sido atravesado por una barra de metal que gira en torno de sí y a la vez da vueltas sobre otro eje sobre brasas ardientes. Es la periodicidad de cada escena lo que hace que la primera sea ominosa y la segunda deliciosa. Espero con ansias las noticias de mañana, cuando bauticen a la lechuza con algún nombre célebre, los jugadores del Junior la visiten en la clínica veterinaria para rendirle tributo y le lleven el peto que diseñaron para ella con el escudo del equipo y se apruebe una “Ley de aves” para escenarios deportivos.

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