miércoles, marzo 29, 2006

Liza Escribe: Ahora te entiendo Silva; parte III

...Con todo este cuento de amores gané y perdí. Me di cuenta de que a las mujeres nos gusta que nos hablen, aún cuando no creamos, y así muchas de mi mismo género me vieron interesante. La experiencia me sirvió para darme cuenta de lo que no quería… Obvié la curiosidad, no creo me haya hecho falta, igual hay gustos de gustos, y eso lo pongo como testimonio; como decían en un comercial “en la variedad está el placer”… Y así es el mundo, una combinación de placeres, o variedades, que en este momento los axiomas, creo yo, me darían la razón. Experiencias no faltaron, pero siempre resultaron vanas al lado de mis letras felices. Nunca lo dije, y muchas veces lo disimulé, necesitaba un poco de mundo para no parecer demasiado aislada de las conversaciones de la media hora de las onces. Ya estaba enamorada de algo no palpable, de letras, de palabras, de frases… Solo necesitaría encontrar una excusa, un espejo de mis amantes, algo con qué materializarlos… Y fue así como me enamoré de quién sabe qué cosas menos de lo terrenal. Me enamoré de lo extraño, obvié en la mayoría de las veces el físico que tanto estorba y tanto atrae. Empecé a tener aventuras con el aire que me olía a flores conocidas, a esperar un casino para jugarme la vida con los franceses, a internarme en Zipaquirá a ver que tan bueno salía de allá, y a tomarle fotos a un Príncipe de Asturias que vive a las afueras de Bogotá. Por ahí también me dieron ganas de leer en Latín y en abadías, de razonar en griego, de hacer esculturas, de ver momias… de vivir comiendo cheese cake o escuchando poesía improvisada… Tomé la decisión de enamorarme del amor, esperando que algún día alguna otra cosa tome forma física para pasar el tiempo, mientras espero que el sentimiento del que he estado hablando y que tal vez desaproveché la primera vez y las siguientes fueron borradas con licor, tatuajes e historias de mujeres fáciles exista y no sea una excusa para no aburrirnos tanto en el mundo aburrido y cruel… Ahora te entiendo Facundo, a mi no me gusta tanto que me digan Johanna, y tampoco quedarme tanto tiempo con algo que ya gasté en el papel, pero a veces, sabrás tu, se necesita, o terminas con la barba larga y en una cama, “cuadradito para la foto espacial”. A tu salud, a tu vida, y a tu muerte, de las que tanto me acuerdo, aún cuando no tendría por qué…

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