lunes, marzo 27, 2006

Liza Escribe: Ahora te entiendo Silva; parte I

Recogiendo recuerdos del desordenado y olvidado jardín de mi memoria, mientras hoy sábado, recojo del piso la ropa de toda la semana, que casualmente mi madre me pide que la recoja hace una semana, pienso y analizo todos y cada una de esas escenas que alguna vez viví, o vi en la tele y no logro distinguir. El primero de lo recuerdos viene de una época donde la curiosidad y la experiencia se enfrentan cara a cara. ¿Qué es peor? Ceder a la tentación y decidir si en realidad me hubiera perdido de algo, o en el mejor de los casos, decidir que eso no es lo mío y dedicarme a jugar solitario en el computador, o a ganar plata con uno de los avisos de Internet de “gane dinero en su casa mientras ve su e-mail”, y a mí ¡sí que me gusta mirar el mail! En fin, el recuerdo es de la época en que miraba a las muñecas con recelo, porque mis amigas ya no las frecuentaban, y yo seguía queriendo ser su mamá, y no dejarlas de adorno… Me sentía una madre cruel. Tal vez en esa ocasión debí haber caído en la tentación de probar mi madurez tierna pero segura, y saber si podía controlar mi vida estudiantil, familiar y encima cargar con el ser parte de un ente ajeno a mí (y viceversa, supuestamente). Bueno, consideré que lo mejor sería no ceder la tentación… Ricky Martin decía que le gustaban las mujeres difíciles, ahora pienso que le gustan las mujeres que no le piden nada en el sentido filial… En fin, después de un fin de semana como ningún otro, con el que me codeé con gente que me llevaba 5 o más años, entre ellos él, me sentí más grande y más segura de mi decisión, si, efectivamente le iba a dar larga al sentimiento hormonal que me llenaba la cabeza, me hacía sudar las manos (como creo que nunca más me volverán a sudar), me hacía tartamudear como si algo horrible estuviera por suceder, y me ponía la piel de gallina, igualito que como me temblaba en Tunja mientras tomaba agua de panela de dudosa procedencia. Si, es curioso, era como un frío que me hacía sudar las manos… qué asco! Por qué ese tipo de situaciones que casi todo el mundo describe como una experiencia maravillosa, puede convertirse en una situación asquerosa? Al fin y al cabo, aquel día que veía Titanic como por enésima vez, y timbró el teléfono, pasé emocionada con las palabras contrarias al sentimiento y le dije a aquel muchacho de mirada tierna, mente abierta, buen amigo y ojos verdes, que no gracias, que apenas tenía 12 años y que así no funcionaban las cosas para mi, el tiempo definiría la verdad. Me despedí de él, y el sentimiento se hizo más fuerte, después de haber rechazado tal vez amor, o estrene de lo que llaman adolescencia (como si uno no estuviera en esa misma posición toda la vida)… Esperé una segunda llamada, verlo otra vez, oírlo repetir las mismas palabras de la vez que interrumpió la película, verlo como cuando lo vi aquel día en su casa, junto a la chimenea y con los nervios como bandera de verdad, sentirlo como aquel día del calambre (muy oportuno, déjenme decir) en el fin de semana maravilloso. Más no fue así, había perdido la primera, y tal vez única, oportunidad de saber si el amor como tal, existe… Continuará....

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